Carmen Grau, lectora, viajera, escritora y mamá independiente.

martes, 14 de enero de 2014

Las correcciones sí son importantes

Hoy, por fin, me siento a redactar un artículo que hace más de un año decidí escribir algún día para «ayudar» a mis colegas escritores. Si he tardado tanto es porque no soy amiga de dar consejos ni de recibirlos —si necesito ayuda voy a buscarla y ya sé de quién tomar ejemplo y de quién no—, pero ojalá nadie se tome esto como una lección, sino como lo que es: mi opinión personal, que comparten otros lectores y escritores.
Empezaré con mi propia historia. A finales de 2011 mi agente literaria me remitió un listado de todas las editoriales en las que había tratado de colocar Amanecer en el Sudeste Asiático y una nota final: «Lo seguiremos intentando, pero está muy mal la cosa». Llevaba más de seis meses insistiendo. Entonces me compré un Kindle, y poco después le escribía yo para darle las gracias por todo y comunicarle que iba a probar a publicar por mi cuenta.
Mi Amanecer llevaba ya diez años escrito, lo habían leído al menos una docena de familiares y amigos, yo lo había corregido y repasado unas diez veces a lo largo de los años, y había pasado por una corrección ortotipográfica «profesional». Aun así, antes de publicarlo en Amazon, lo repasé una vez más. Además, leí un par de libros sobre autoedición de escritores independientes anglosajones que ya llevaban un par de años en el negocio, seguí blogs, e hice todo lo que estuvo en mi mano por presentar un producto lo más profesional posible. Desde el momento en que decidí autopublicarlo hasta que pinché en el botón de publicar, pasaron tres meses. Más tarde cambiaría la portada y muchas cosas más, pero de entrada, lo de verdad importante para mí era que el documento no mostrara errores.
Mientras me ocupaba en todo eso, decidí comprar un par de las novelas en español que copaban las listas de las más vendidas. La primera que leí me sorprendió porque… ¡estaba llena de erratas y faltas de ortografía! La terminé aunque me costó, no por la trama o el estilo, sino porque tantos gazapos me dañaban la vista. Resolví escribir a la autora para hacerle saber que, en mi modesta opinión, su novela necesitaba una corrección. Su respuesta me dejó boquiabierta: la novela tenía errores porque antes de publicarla en Amazon no la había leído absolutamente nadie más que ella.
Después leí otras novelas autopublicadas (no muchas). Todas tenían fallos: de maquetación, de ortografía, de gramática, de estilo… Algunas me gustaron mucho y me dio pena que no fueran mejores por culpa de algo tan fácil de corregir. Así que hice lo que he hecho toda la vida: escribir a la editorial para señalarle los errores que encuentro en un libro que me ha encantado, para que los corrijan en la siguiente edición, si quieren. Pero detrás de esas novelas no había editorial; mucho mejor: podía escribir directamente al autor. Las editoriales no me contestaron jamás, ni para darme las gracias, excepto una vez en que me puse firme y dije que hasta ahí habíamos llegado. Fue cuando me encontré con que en mi ejemplar de Riña de gatos. Madrid 1936, premio Planeta nada menos y dedicado expresamente para mí por el propio autor, faltaban veinte páginas. Ante la dificultad de devolver el libro físico, la editorial me mandó las páginas desaparecidas en formato electrónico, y las tuve que leer en la pantalla del ordenador… ¡no me diréis que no es para quejarse! Luego imprimí esas páginas y las puse dentro del libro en papel, lo cual quedaba fatal en la estantería… Al final me deshice del libro y ya no lo tengo; no importa porque ya lo leí, pero lo habría guardado por razones sentimentales.
A lo largo de estos dos años he escrito a algunos autores independientes para decirles que su novela me ha gustado pero he encontrado algunos errores que les puedo indicar, si quieren. La mayoría ha reaccionado como lo habría hecho yo: con mucho agradecimiento y humildad. En algunos libros, sin embargo, he encontrado tantos fallos que no he podido seguir con la lectura. Esto me ha pasado también con las dos últimas novelas publicadas por una editorial española que he intentado leer. Con la última, que empecé y dejé hace solo unos días, me he sentido estafada. Alcancé a leer solo un 15% (que hubiera sido un 1% si tuviera más de doscientas páginas, pero es que era cortita) y al dejarla pensé: si al menos hubiera sido pirata... Pero no, yo pagué por ella, porque no tengo ni idea de cómo se bajan los libros pirateados ni voy a perder mi valioso tiempo en averiguarlo. Eso sí: cada vez voy con más cautela al comprar un libro publicado por una editorial española, y antes compruebo si está en la biblioteca. Ya sabemos que la crisis también ha afectado a las editoriales, anda que no se nota.
Por un lado me da pena que haya bajado tanto el nivel de profesionalidad de los libros publicados por editoriales tradicionales pero, por otro, creo que eso nos otorga una gran ventaja a los autores-editores independientes. Hasta hace poco la autoedición iba acompañada del estigma de la mala calidad, pero si hace dos años la gran mayoría de autores con los que cambié impresiones era de la opinión de que la forma no era importante y sí el contenido, ahora no conozco a ninguno que no le dé valor a una buena corrección.
Hace unos meses una autora independiente en busca de editorial se lamentaba de que tiene que repasar sus novelas al menos cinco veces, además de darlas a corregir a un profesional, y aun así después de publicadas recibe correcciones de los lectores. Si dispusiera del apoyo de una editorial, decía, podría despreocuparse de todo eso y dedicar más tiempo a escribir. Quizás eso fuera verdad antes de la crisis, pero ahora ya no lo es, y creo que los escritores independientes tenemos mucha suerte al contar con esa ayuda desinteresada de los lectores. Yo ya no me molesto en escribir a las editoriales para informarles de que una novela que han publicado está plagada de errores; tampoco me tomo ese interés por un independiente que tiene demasiados como para señalarlos todos. Pero sí lo hago por los autores que sé que, como yo, se esfuerzan por presentar una obra de calidad y que se preocupan por escribir bien. Algunos seguimos blogs de lingüística, como el excelente de Carmen Martínez Gimeno, Sin borrones, leemos manuales de estilo, consultamos la RAE y varios diccionarios constantemente, además de dar nuestros escritos a lectores cero e intercambiar correcciones. Otros prefieren gastarse el dinero en una corrección ortotipográfica e incluso de estilo y ahorrarse todo ese trabajo. Si os lo podéis permitir, es una excelente idea, no solo porque mejorará la calidad de vuestros escritos, sino porque además daréis trabajo a los sufridos correctores y editores, pobrecitos, que ellos también padecen la crisis. Aun así, antes de presentar una obra a un corrector, el autor debería tener la certeza de que no contiene ni un solo fallo. Los fallos estarán igualmente, aunque él no los haya visto, pero cuantos menos haya más fácil será para el corrector detectarlos. A menudo se habla de «una mala corrección», pero yo digo: detrás de una mala corrección hay un mal escrito. Los escritores que publican con editorial tradicional tampoco deberían relajarse en este aspecto.

Voy ya casi a terminar con una nota de humildad, para que nadie se piense que me creo experta en el tema o algo parecido. Yo no soy más que una aprendiz con muchas ganas de mejorar y escribir bien. También cometo errores y de todo tipo, pero soy muy afortunada: ¡a mí también me corrigen! Me han corregido familiares y amigos, escritores, editores, correctores y lectores, y espero que sigan haciéndolo. No me molesta en absoluto: me hacen un gran favor. Pero con cada corrección no me he limitado a efectuar los cambios en mis libros, sino que la he estudiado y grabado en el disco duro de mi memoria para no volver a cometer el mismo error.
Algunas meteduras de pata que continúo viendo en otros escritores son: «sobre todo» junto (solo va así si se trata de una prenda de vestir, lo cual no es nunca el caso), «aun así» va sin acento en la u, «echar de menos» es del verbo «echar» que echa la hache, «incluido» va sin acento, conjugación incorrecta del verbo impersonal «haber»… Yo además tiendo a inventarme palabras y hasta expresiones, por culpa de la interferencia del inglés y el catalán, y fueron tres personas las que me indicaron que futurístico e industrialista no existen en castellano. Bueno, ¿y los que usáis sorpresivamente qué? Yo esa sí que no la acepto. Ah, y ¿no puedo esperar a verte? En mis tiempos adolescentes decíamos «me muero de ganas por verte» pero ahora hasta la pasión nos ha robado el inglés, ¿o no es eso una traducción literal del I can’t wait to see you? Tampoco existe letraherido, pero ya lo he visto en varios escritos en español y no creo que tarde en adaptarse esta palabra que en catalán es mucho más bonita. Yo, como soy catalana, tiendo al queísmo, y a veces, peco de ultracorrección y cometo dequeísmo. Lo mismo les pasa a los madrileños con el laísmo y el leísmo. Además, uso expresiones catalanas que resulta que no conocen en el resto de España ni en Latinoamérica. Ahora me aseguro de que mis lectores cero incluyan a los de otras regiones; ellos son los que detectan mis barbarismos.
Me sorprende encontrar en autores españoles tanta contaminación del inglés; yo tengo una buena excusa, ¿pero vosotros? Ah, sí, las malas traducciones… Quizás de ahí venga que se use tan mal el gerundio, pero a mí lo que más me irrita es el abuso que se hace de la voz pasiva. Si algún día llego a leer que «el español es hablado aquí» en vez de que «se habla», os juro que me independizo definitivamente de todo lo español.
           Antes de decidirme por un libro leo la sinopsis y, si contiene faltas o está mal escrita, no lo compro. Uno de los fallos que más encuentro es el de la coma que separa el sujeto del predicado. No es de extrañar que nos equivoquemos tanto, cuando en las redes sociales no paran de circular lemas como este: «Un niño que lee, será un adulto que piense» o «Las mujeres, que leen, son peligrosas». Son mensajes tan bonitos que los usuarios los comparten una y otra vez y se propagan como un virus incontrolable. Yo no lo hago, por una sencilla razón: creo que la persona que escribe esos lemas antes debería preocuparse por hacerlo correctamente; quizás debería leer más.

36 comentarios:

  1. De acuerdo en todo y te has quedado corta. Noto que has guardado opiniones porque podrían molestar.
    A mí me sucede lo mismo con la maquetación, que ha sido lo que he hecho a nivel profesional. El mal uso de la raya me ha impedido leer más de un libro.

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    1. Mi intención era "ayudar", aunque ya he notado que algunos escritores se molestan si les dices que necesitan una corrección. La verdad pura y dura es que la necesitamos todos.

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  2. Muy interesante tu post (perdón, tu artículo). Llevas toda la razón en casi todo lo que dices. Déjame romper una lanza de comprensión y benevolencia en pro de lo autores "indies" (perdón, independientes o autoeditoeditados). Bastante tienen (tenemos) con escribir de forma casi siempre autodidacta como para que, encima, vernos obligados por las circunstancias a hacer de hombre orquesta para que al final todo el trabajo salido de una persona resultase perfecto. La revisión ortotipográfica, la maquetación, la revisión sintáctica y mil cosas más no sólo son complicadas sino que cuestan dinero si las encargas a un tercero. Coincido contigo: una obra que te saluda con faltas de ortografía imperdonables o con errores tipográficos inadmisibles sólo te invita al abandono inmediato. Pero..., el que esté libre de pecado que tire la primera errata. Cuentan que uno de los escritores que más faltas de ortografía comete es García Márquez. Sus correctores enloquecen revisando sus textos. Y ahí lo tienes: merecido ganador del Nobel y una gloria de las letras en nuestra lengua común.

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    1. Nadie está libre de pecado, José Luis, está claro, pero por desgracia, no somos García Márquez. Quizás, y ojalá, mejore la situación en España, pero ahora mismo creo que incluso los escritores que publican con editorial deberían preocuparse al máximo por presentar una obra corregida. Yo tengo más tolerancia con los "indies" que con las editoriales porque sé lo duro que es hacerlo todo y bien, pero las editoriales y los correctores también están sufriendo la crisis. Entonces, si podemos permitírnoslo y queremos mejorar nuestra obra, ¿por qué no contratarlos? La autoedición es un negocio y hay que invertir en él.

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  3. Por cierto, Carmen, cuando nos invitas a visitar el blog de Carmen Martínez Gimeno, "sin borrones" el enlace te lleva a una página inexistente. Conozco ese blog y es interesante y sobre todo muy útil.

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  4. Como te decía ayer en un comentario esperaba ansiosa a leerte para entender lo que habías escrito y ahora sí entiendo y comparto. Me siento obligada hacia ti porque fui una de esas afortunadas escritoras. Me escribiste para comentar errores que había en mi novela y desde aquí te digo, que aquel verano recibir tu carta fue como una bocanada de aire fresco. No entendía (luego el tiempo me hizo comprender que hay gente buena) cómo una persona con la que apenas había tenido contacto se ofrecía ayudarme desinteresadamente. Recuerdo que te contesté que por supuesto quería esa ayuda y aquello, estoy convencida, fue un empujón tan grande para Bajo los Tilos que casi la situó en los primeros puestos. Desde entonces y tu lo sabes, ando obsesionada con esto de las correcciones y sin tanto tiempo como para ir a las fuentes, lo intento, pero busco ayuda en profesionales que me han decepcionado, quizás sea porque como bien dices debo corregir más el texto antes de entregarlo. Ayer me entrevistaron para la revista Mujer hoy de ABC y precisamente hice hincapié en lo que dices de la calidad y de cómo los autores independientes, en la actualidad, cuidan los textos para ofrecer un producto de calidad a sus lectores que cada vez son más exigentes. Me gustó mucho tus artículo. Felicidades

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    1. María José, tu novela fue una de las primeras que leí y me gustó muchísimo. No recuerdo que tuviera muchos fallos. Me hace muy feliz que de verdad creas que mi ayuda contribuyó en algo a su éxito, pero por favor, no te sientas obligada hacia mí. Creo que hay muchos lectores que cuando disfrutan tanto de un libro quieren compartirlo con cuanta más gente mejor; es la magia del boca a oreja. A mí me pasó eso con tu novela, pero antes de recomendarla me atreví a escribirte. Todos nos esforzamos mucho y sabemos que no es fácil, pero nos tenemos unos a otros y podemos ayudarnos. Desgraciadamente hay muchos "profesionales" por ahí que no son de fiar; yo también he caído más de una vez y dos, y tres...

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  5. Cuánta razón tienes, Carmen, aunque también me gusta la lanza de benevolencia que rompe José Luis Palma. Uno se da cuenta de lo realmente difícil que es escribir bien, sin que se cuelen bochornosos fallos. Es cierto que todo nos influye; desde la región de procedencia hasta las lenguas extranjeras, pero la culpa de nuestros bochornos casi siempre la tiene el desconocimiento de la propia lengua.
    Ahora están surgiendo correctores profesionales que ofrecen sus servicios a escritores independientes a precios asequibles. Hay que tener en cuenta que la mayoría de nuestras novelas no superan los dos euros en formato digital, y por tanto la inversión en corrección es difícil de recuperar. Por mi parte, yo lo considero una cuestión de amor propio; no importa tanto si recupero el dinero invertido o no, pero al menos que sirva para que mi esfuerzo, mi motivación y mis ilusiones no dejen un escrito con herencia social cargado de errores.

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    1. Totalmente de acuerdo, Mayte. Quiero hacer hincapié en que este escrito no tiene la intención de criticar a los escritores, sino todo lo contrario: animarles a que corrijan sus escritos porque por primera vez estamos en una posición desde la que podemos competir profesionalmente con las editoriales, que cada vez cuidan menos sus publicaciones.

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  6. Cualquier autor que quiera sobrevivir en la jungla de la autopublicación deberá ser consciente que el trabajo de edición es, tan o más importante, que el de la propia redacción. Cabe aclarar, que el autor se convierte en editor, pero en el editor de antaño, el que revisaba todos los textos antes de publicarlos.
    Excelente post, Carmen.

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  7. Muy interesante este "toque de atención", Carmen. Los independientes no debemos bajar la guardia, hay que seguir aprendiendo día a día. Al paso que vamos llegará un momento en que seremos más fiables que las editoriales, visto el trabajo, cada vez más descuidado, que hacen.
    También yo tengo que agradecer tu ayuda tras tu lectura de Nunca fuimos a katmandú, una novela que subí corregida por la editorial que la publicó, y aun así tenía errores.
    Dos compañeras nuestras cubanas, Marlene Moleón y Vivian Stusser, me han ayudado con Habana.
    Agradezco siempre la ayuda de otros ojos más objetivos que los míos, pero no me atrevo a ofrecer la mía si no se me pide, porque hay autores que se molestan. He tenido más de una experiencia desagradable en ese sentido.
    Un beso, guapa.

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    1. Gracias, Lola. A mí no me molesta que me corrijan, así que si vuelves a leer algo mío y detectas los catalanismos que encontraste en Amanecer, me lo dices, ¿vale? Un beso.

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  8. Excelente artículo. Creo que muy pocos escritores pueden permitirse el lujo de no editar sus libros. Me viene a la mente Rafael R. Costa o Carmen Martínez Gimeno.
    La edición la veo como una inversión, no un gasto. Especialmente en los autores que empiezan.

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    1. Yo creo que ninguno, Marlene, pero la autoedición es importante, y Rafael y Carmen saben mucho de eso.

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  9. Completamente de acuerdo, Carmen. Los autores debemos invertir el tiempo y los recursos necesarios para logra que nuestras obras carezcan de fallos e igualen o superen la calidad de las publicadas por editorial. En mi caso, fuiste tú quién me señaló los muchos errores ortotipográficos y de edición que salpicaban mis novelas (incluso las que ya habían pasado por manos de editoriales y correctores profesionales), y me ayudaste no solo a subsanarlos, sino también a tomarme desde ese momento, mucho más en serio todo lo relacionado con la corrección y la maquetación.
    Un millón de gracias ;)

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  10. Yo veo que ahora existe más conciencia de parte de los autores que auto-publican. Antes era casi un insulto decirles que sus obras tenían errores, hoy hasta lo agradecen. Nunca el escritor debe ser el corrector. Es otra persona, preferiblemente un amigo de fiar, me refiero a que no te "endulce" con palabras halagadoras; quien debe leer y corregir un libro, demás está decir que ese amigo o corrector voluntario debe saber lo suficiente de narrativa, gramática y estilo como para ser de ayuda. Si no tienes la suerte de contar con alguien así, lo sensato es contratar los servicios de un fiable corrector. Los buenos son caros. La gran mayoría de los libros necesitan un buen repaso, incluyendo los míos. Y hay algunos que ocupan los primeros lugares y están plagados de errores, tienes razón, pero también depende de algo: no todos los lectores son escritores. Nosotros leemos de diferente manera y podemos captar los errores (los de otros), pero un lector común apenas notará la puntuación indebida, si existe un anglicismo, o si la oración carece de una construcción lógica.
    Me ha encantado tu entrada, ojalá pudieran leerla los que más la necesitan, pero creo que ellos precisamente, son los que no lo harán.

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    1. Yo tengo al menos cuatro amigas así (lo pongo en femenino porque resulta que todas son mujeres): filológas, lingüistas y correctoras. No solo no me molesta que me corrijan sino que nos lo pasamos muy bien repasando mis textos juntas. Ellas se ríen de mis fallos y yo aprendo. Me siento muy afortunada.
      Gracias por tu aportación, Blanca.

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  11. La perfección es imposible, necesariamente imposible. Pero debemos tender a ella. Como dicen por ahí arriba, creo que Fernando o Josep, debemos prestar tanta o más atención a la presentación de nuestra novela que a la redacción; sin menoscabo de esta, claro.
    Yo agradezco sin tapujos indicaciones tras la lectura de al menos una de mis novelas a Blanca Miosi y a Marta Querolt, pues las dos me señalaron mosquitos léxicos que yo no había detectado.
    Buen artículo. Felicidades.

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  12. Querida Carmen: En el corto tiempo (no llega a dos años) que llevo en esto de la autoedición y las redes sociales, he conocido a gente muy interesante y aprendido muchas cosas. Porque todos, si nos lo proponemos, aprendemos de los demás. Yo procuro estar con los ojos bien abiertos y los oídos alerta intentando no perderme lo que me pueda servir para mejorar. Y tú me has ayudado muchas veces, lo cual te agradezco infinitamente, como bien sabes. Por mi parte, yo también procuro ayudar a quien me lo pide, pero confieso que temo molestar a quienes, ignorando su propia ignorancia, escriben cometiendo toda clase de errores. Por eso decidí crear mi blog, donde voy aportando lo que sé (porque otros me lo enseñaron) a fin de que todos escribamos mejor.
    Este es un oficio de paciencia y humildad, porque estoy de acuerdo con Valdemar: la perfección no existe, pero hay que intentar alcanzarla. Como escritores, es nuestro deber conocer el instrumento del que nos valemos y sacarle el máximo partido. Los correctores vienen después, y os aseguro que ninguno hará por vuestro texto más de lo que vosotros mismos podáis lograr si os lo proponéis. Es cuestión de tesón. Además, los correctores son como los escritores: los hay excelentes y pésimos, pasando por toda la gradación. Si un escritor ignora su ignorancia, ¿cómo va a elegir a un buen corrector?
    Acabo señalando que yo hace tiempo que he elegido a mi correctora: me he decido sin dudarlo por ti, Carmen Grau, porque tienes un ojo infalible para las erratas. Yo soy buena para otras cosas, pero algunas erratas se me escapan siempre, ya lo sabes. Y como también te he dicho otras veces, creo que juntas formamos un equipo excelente.
    Muchas gracias por este interesante artículo, me ha encantado leerlo.

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  13. Muchísimas gracias, Carmen. Ya sé que muchos escritores se molestan y me parece normal. Por eso yo siempre he preguntado antes y con mucha cautela si quieren que les indique cuatro cosas, pero la verdad es que lo he hecho por muy pocos. Tú también me has ayudado mucho, más que nadie. Y a mí también me parece muy importante que todos escribamos lo mejor posible.

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  14. Fantástico artículo Cuchi! Me ha gustado mucho. Eres muy generosa dando desinteresadamente tu ayuda a los demás. Se nota que aprecias y amas la lengua.

    No me cabe ninguna duda de que eres una artista!!!

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    1. Gracias, Carlos. Bueno, yo no ayudo desinteresadamente. Lo hago por la lengua: es que no me gusta que la traten mal. ¡Y muchas gracias por tu voto de confianza!

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  15. Carmen, muy buen artículo. Ese toque personal que le has dado lo enriquece. A mí me pasó lo mismo que cuentas, o algo parecido, en cuanto a mi primer libro autopublicado. Después de haberlo revisado un montón de veces, cuando pensaba que estaba perfecto, lo publiqué y después de publicado aún detecté errores y lo edité varias veces. Creo que no debemos tener prisa en publicar y dejarnos revisar por otros. No entiendo que haya escritores que se molesten porque alguien encontró errores en sus escritos. Todos podemos aprender más siempre. Y apuesto a que en una novela siempre existe al menos un error. Siendo optimista. ¿Eso hace que el libro sea peor? No, pero si el número de errores es grande a mí me pasa como a ti, dejo de leerlo. Gracias por compartir este artículo.

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    1. Gracias a ti, Manuel. Sé que tú también eres riguroso con las correcciones y una buena autoedición.

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  16. Todo lo que dices es muy acertado y estoy de acuerdo contigo en todo pero yo quiero dar dos opiniones diferentes que dependen del punto de vista del que se miren. Parece claro que el conocimiento del idioma en que se escribe y cómo funciona debería ser algo inherente al escritor. Es difícil imaginarse a un pintor que no sepa de arte, pintura y tipos de pinceles, porque es lo que necesita para trabajar. Del mismo modo, el escritor debería conocer cuáles son son sus herramientas de trabajo que son, básicamente, las palabras. Por otro lado, hay muchas "obras" que necesitan a más de una persona para llegar a serlo. Una construcción arquitectónica, una vacuna, un coche...no los hacen una sola persona, sino que hay un equipo que trabaja unido para ofrecer el resultado final. Está claro que la idea principal es fundamental porque, sin ella, no hay nada pero es mucha responsabilidad para uno tener que abarcarlo todo. Por eso, ¿qué tiene de malo pedir ayuda para que el producto deje de ser "bueno" para ser "fantástico"?
    En definitiva, como alguien comentaba, creo que el escritor no debe perder nunca sus ganas de mejorar y aprender, pero eso no quiere decir que deba prescindir de quien le puede ayudar. Y si la ayuda es desinteresada, como lo es la tuya, pues se agradece más.
    Un último apunte: creo que no era necesario que aclararas que no vas de experta. Los que te conocemos sabemos que la humildad es, sin duda, una de tus virtudes (entre muchas otras, claro).
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Rosa, estamos de acuerdo, pero yo insisto en que, dada la situación actual del mundo editorial, un escritor tiene la responsabilidad de pulir su obra al máximo antes de darla a corregir a otros. Yo solo he ayudado a los que sé que han hecho todo lo que estuvo en su mano para presentar una obra profesional en todos los aspectos. Hace dos años varios me dijeron que eso era lo de menos, quizás porque esperaban el contrato con una editorial que ya se ocuparía de corregirles. Como le he dicho a Carlos, mi ayuda no es desinteresada: yo tengo interés por escribir bien y ayudo a los que también lo tienen. Ah, y lo de la humildad he preferido aclararlo por si acaso y porque no todo el mundo me conoce como tú. Un abrazo y a seguir trabajando, ¿eh?

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  17. Has dado en el clavo, Carmen. Para que una novela atrape al lector, además de contar una buena historia, es imprescindible que esté bien escrita. Soy periodista y llevo toda la vida escribiendo mis propios textos y corrigiendo los de otros. Uno de los errores más comunes que se cometen es el de poner comas que parten el sujeto y el predicado. Celebro mucho que lo hayas citado porque, para desgracia de los lectores, muchos escritores lo pasan por alto. Aunque parezca una nimiedad, los signos de puntuación mal colocados dificultan la lectura y rompen su ritmo. He bajado capítulos de prueba de algunas obras autopublicadas en Amazon y no las he comprado por ese motivo. Incluso he leído comentarios de lectores que se quejan a Amazon por permitir la publicación de ebooks llenos de errores. Están cargados de razones para hacerlo. La mayoría de estas obras son autopublicadas y, probablemente, no han pasado por más filtro que el de su propio autor. Estoy de acuerdo contigo en que también los libros que publican las editoriales tienen faltas, pero no suelen ser tantas ni tan graves. Decía Borges que un escritor no deja de retocar su obra hasta que no se la publican y a mí me ocurrió así. Corregí mi novela cientos de veces y después lo hizo la editorial. Cuando tuve el libro en mis manos y volví a leerlo descubrí algunos fallos. Aunque eran pocos, empecé a llorar con el mismo desconsuelo que una niña pequeña a la que rompen su muñeca preferida. Alguien ha comentado por aquí que un libro no es peor porque tenga errores. Lamento disentir. El lenguaje es la herramienta principal del escritor. Si no sabe plasmar su historia de forma correcta debería pagar a profesionales para que lo hicieran. Has sido muy valiente escribiendo este artículo y te felicito. Ojalá sirva para algo. Aplaudo y agradezco tus palabras.
    Un fuerte abrazo,
    Rocío

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    1. Sin embargo, en este ejemplo que ha puesto Carmen: "El niño que lee, será un adulto que piense", tengo mis dudas... Hay separación de sujeto y predicado porque la primera subordinada es el sujeto -el niño que lee- y la segunda el predicado -será un adulto que piense-. ¿Pero es tan grave esa violación? La coma bien podría ser una pausa en medio de una disertación. Al estilo de: "Pienso, luego esisto". No lo sé, tal vez esté desvariando. Pero es que me pica la curiosidad...

      Un saludo!

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  18. Gracias, Rocío. Me halaga que me creas valiente, pero la verdad es que en este aspecto no lo he sido. Solo me he atrevido a escribir este artículo ahora porque sé que muchos otros escritores están de acuerdo. Hace dos años, cuando propuse en las redes y en privado que corrigieran sus obras por el bien de todos, recibí mucha resistencia. Ahora hay muchas obras autopublicadas sin errores y de mejor calidad que las publicadas por editorial. A mí me asombran mucho las faltas que veo en libros publicados por editorial. Una agente literaria me dijo el verano pasado que eso se debe a que muchas contratan a cualquiera que lo haga barato aunque mal. Gracias por pasarte. Un abrazo.

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    1. A mí sí me parece grave, Carlos. Las pausas que se hacen al hablar no coinciden siempre con las que se hacen al escribir. Si sustituyes "que lee" por "lector" y "que piensa" por "pensador" quizás quede más claro que esa coma es incorrecta: "Un niño lector será un adulto pensador".

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  19. De acuerdo con Carmen. La coma no puede partir el sujeto (en este caso, El niño que lee) del predicado. La frase, por tanto, no lleva coma. El otro ejemplo (Pienso, luego existo) es distinto, ya que el término Pienso es, en sí mismo, una oración con sujeto implícito (Yo) y predicado (pienso). Espero haber satisfecho tu curiosidad, Carlos ;-)

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    1. Gracias por las aclaraciones a las dos. Ahora resulta que estoy todo el rato fijándome en lo que escribo por si se me ocurre separar incorrectamente el sujeto del predicado... Je je. Reconozco que a veces queda fatal. Pero hay ocasiones en que de cometer esa "violación", no me parece tan mal porque me gusta la musicalidad y el ritmo del texto. No soy escritor, aunque tengo un blog. Digamos que tengo un interés amateur en el tema...
      Muchas gracias otra vez a las dos.

      Un abrazo!!!

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